Otro ejemplo de injusticia proviene de una situación que afrontó mi esposa Ruth cuando era niña. Un día, Ruth se enteró de que su madre llevaría a una hermana menor, Merla, a comprar zapatos nuevos. Ruth se quejó: “¡Mamá, es muy injusto! Fue Merla quien recibió el último par de zapatos nuevos”.
La madre preguntó: “Ruth, ¿te quedan bien tus zapatos?”.
Ruth respondió: “Pues, sí”.
Entonces la madre dijo: “A Merla ya no le quedan los zapatos”.
Ruth estuvo de acuerdo en que cada hijo de la familia debería tener zapatos que le quedasen bien. Aunque a Ruth le hubiera gustado tener zapatos nuevos, su percepción de que la trataban injustamente se disipó cuando vio las circunstancias desde el punto de vista de su madre.