Introducción
Una de las promesas más repetitivas en el Libro de Mormón es la promesa de la prosperidad en la tierra, la cual aparece por primera vez en 1 Nefi 2:20 y que condiciona la prosperidad a la obediencia a los mandamientos del Señor. Nefi la recibe de boca del Señor mismo en las siguientes palabras:
Y según guardéis mis mandamientos, prosperaréis y seréis conducidos a una tierra de promisión, sí, a una tierra que yo he preparado para vosotros, una tierra escogida sobre todas las demás.
Libro de Mormón, 1 Nefi 2:20
El cumplimiento de la promesa de la prosperidad en las culturas prehispánicas
La tierra a la que aquí se hace referencia es nada menos que la tierra de América. ¿Cómo se valida esta promesa en la historia prehispánica de este continente? Reynolds y Sjodahl responden a esta pregunta de la siguiente manera:
«La lección que se enseña en este versículo es que el señor se interesa por los asuntos de las naciones así como de los individuos, y que la prosperidad nacional es el resultado de la lealtad a dios, mientras que la desobediencia ciertamente trae desastres sobre las naciones.
Reynolds y Sjodahl, Commentary on the Book of Mormon, Vol. 1
«¡Cuán asombrosamente esta gran verdad se ilustra en la historia de los nativos americanos!
«En norteamérica, en centro y sudamérica encontramos evidencias de una gran cultura, ruinas de una civilización hace mucho tiempo olvidada. el tipo pueblo con su centro en el alto valle del río grande, el tipo azteca en el tramo del país entre el río grande y el lago de nicaragua, el tipo maya en yucatán, el tipo nahua en méxico, los tipos panamá y colombia en esos países, el tipo inca en perú y el tipo bolivia más al sur-todos estos, con sus logros en arquitectura, escultura, agricultura, hilandería, tejido, su habilidad en la formación de implementos de piedra y cerámica, su escritura rudimentaria, sus ingeniosos calendarios y sus instituciones sociales y religiosas, dan testimonio de prosperidad y progreso. pero la degeneración siguió los pasos de la idolatría, la sensualidad y la autocracia y las guerras y el derramamiento de sangre completaron la destrucción».
Conclusión
El observador ingenioso podrá ver, en la historia hasta ahora conocida de nuestros pueblos, rastros de este auge y decadencia, tanto en sus ruinas, registros y vestigios, como en el estado en que les encontraron los conquistadores. Podrá percibir el contraste entre la riqueza cultural que ellos tenían, herencia indudable de un próspero pasado, con lo que ellos eran al momento del encuentro con los enviados del Viejo Continente.