La capacidad de enseñanza de Jesucristo queda mejor evidenciada cuando consideramos que, en realidad, el Sermón del Monte iba dirigido a más de un auditorio. Jesús se las ingenió para combinar enseñanzas para cada auditorio y al mismo tiempo forjar el liderazgo de la Iglesia. Veamos en este artículo cómo es que pudo lograr tan asombroso propósito.
El preámbulo de el Sermón del Monte
El Sermón del Monte abarca los capítulos del 5 al 7 del evangelio de Mateo. Ya hemos analizado antes la estructura de su contenido y revisado otros aspectos de este maravilloso Sermón. Hoy nos enfocaremos en el aspecto de a quién iba dirigido en realidad el Sermón del Monte y aprovecharemos para admirar la maravillosa capacidad didáctica del Maestro de maestros.
El preámbulo al Sermón del Monte queda en realidad establecido desde Mateo 4. Como ya hemos visto, Mateo estructura su evangelio alrededor de cinco discursos, siendo los capítulos intermedios un enlace. De esta manera, el capítulo 4 se convierte en el preámbulo de el Sermón del Monte. En Mateo 4:23-25 nos explica que la predicación inicial de Jesucristo en Galilea atrajo grandes multitudes. Estas parecían venir de todas partes del territorio de Israel: De Siria (y los sirios eran gentiles); de la propia Galilea; de Decápolis, que estaba al otro lado y al sur del Mar de Galilea; de Jerusalén y Judea (completamente al sur); y “del otro lado del Jordán” (al este del Jordán). Es muy útil que verifiques estas regiones sobre un mapa para verificar la asombrosa extensión que tuvo la influencia de Jesucristo.
En palabras simples, este pasaje nos está diciendo que su influencia no se limitó al norte, sino que también abarcó el sur; que, de hecho, no se limitó a Israel, sino que llegó hasta los gentiles y que incluyó las ciudades principales, como Jerusalén, que era la sede del gobierno civil y eclesiástico de Israel. Desde este pasaje se asigna un nombre al personaje colectivo que encontraremos una y otra vez mencionado en el evangelio: “las multitudes”. ¡Y ciertamente debió ser una inmensa multitud!
Dos auditorios iniciales
Tomando en cuenta este preámbulo, el primer versículo de Mateo 5 establece las condiciones en que fue pronunciado el Sermón del Monte:
De entrada, se establecen aquí los dos auditorios iniciales de el Sermón del Monte: nuestro personaje colectivo (“las multitudes”) y un grupo más pequeño, el conformado por los discípulos. Mateo nos explica, también en Mateo 4, que es el preámbulo, cómo es que fueron llamados los primeros discípulos. Aunque Mateo nombra solamente a algunos, es evidente por lo que sucede después que este grupo fue creciendo, y debió ser un grupo importante ya para el momento del Sermón.
Cómo inició Jesucristo con la organización de la Iglesia
Este diagrama nos permite entrever el propósito dual de la enseñanza de Jesús en el Sermón del Monte. Había que predicar a la multitud para enterarles de la doctrina del Reino de Dios. ¡Pero había también que capacitar a los discípulos, que, en último término, serían el liderazgo y la base organizacional del Reino de Dios!
Sin embargo, este diagrama en realidad no está completo. Terminando la lectura del Sermón del Monte somos llevados a un nuevo puente entre dos grandes discursos, Mateo 8 y Mateo 9, cuyo propósito será demostrar el poder del Rey de reyes, pero esta demostración va dirigida ya a una selección y capacitación más intensiva del liderazgo de la Iglesia.
En particular, el capítulo 9 nos muestra el llamamiento de Mateo y con él, las primeras confrontaciones importantes con el gobierno religioso/civil de los judíos. El banquete organizado por Mateo es interrumpido por la petición de auxilio urgente de Jairo y, para este milagro en particular, Jesús ya selecciona a discípulos entre los discípulos. Es decir, se puede vislumbrar que Jesús ya está creando una organización interna entre los discípulos, y que les está preparando de manera muy anticipada (Jesús primero prepara con anticipación a los discípulos, mucho antes de extender los llamamientos). Mateo 9 termina entonces con una exclamación sobre la necesidad de delegación en la Iglesia, lo cual es el preámbulo del segundo gran discurso del evangelio de Mateo, Mateo 10, el discurso misional, el cual inicia con el llamamiento de los Doce Apóstoles, y cuyo contenido es única y exclusivamente una capacitación misional y organizacional para el naciente liderazgo de la Iglesia.
Lo que quiero señalar, entonces, es que cuando en Mateo 5:1 hablamos de “los discípulos” nos referimos a una organización aparentemente informal, pero sobre la que Jesucristo ya había puesto sus expectativas y sobre la que ya había planeado la regularización formal en llamamientos. Sin duda ya existía cierto liderazgo dentro del grupo, consecuencia, por una parte, de la manera acostumbrada de enseñar de los rabís, que exigía cierta delegación, pero, por sobre todo, de las características peculiares e identificativas del Reino de Dios, que es el fin último de la organización de la Iglesia (como antesala al reino celestial).
Luego, la responsabilidad que pesaba sobre los hombros de Jesús al iniciar la enseñanza de el Sermón del Monte no era sencilla, sino compleja, ¡porque se trataba de una audiencia tripartita! Cuando entendemos esto, quedamos preparados para apreciar mejor y de una manera mucho más completa las enseñanzas del Sermón del Monte, ya que seremos capaces de distinguir algunas porciones de la enseñanza que iban dirigidas a la multitud en general, mientras que otras porciones de su enseñanza tenían significado particular para la preparación del liderazgo de la Iglesia. Por sólo citar un ejemplo (para no extenderme demasiado), los versículos finales de las bienaventuranzas, en Mateo 5:10-13, son mejor apreciados cuando se contemplan desde esta perspectiva. Lo mismo sucede con los versículos de Mateo 5:18-20. Los demás te dejaré a tí mismo irlos descubriendo, ¡porque es una aventura fascinante!
El Sermón del Templo como complemento de el Sermón del Monte
Afortunadamente, no estamos desamparados en esta exploración de descubrimiento. Es evidente al leer los evangelios que Jesucristo repitió más de una vez y adaptadas a diferentes ocasiones algunas de sus enseñanzas. Así surgió un paralelo de el Sermón del Monte: el Sermón de la Llanura, que se podría decir que es la versión de el Sermón del Monte citada por Lucas. La diferencia es que este discurso no se realiza en un monte, sino en una llanura. No se revisan todas las enseñanzas, sino unas pocas, y es infinitamente más corto (sólo un pedacito de todo lo que contiene la versión de Mateo).
Pero si queremos encontrar un paralelo mucho más completo tendremos que viajar a América después de la resurrección del Salvador y aquí encontraremos otro sermón maravilloso: el Sermón del Templo (3 Nefi 12-14). Esencialmente, Jesucristo repitió todas las enseñanzas del Sermón del Monte en su visita al continente americano, aunque haciendo algunas adaptaciones para su nuevo auditorio. Como esto lo hizo en un templo, pues le llamamos al discurso por ese nombre, el Sermón del Templo y así distinguimos cada uno de estos discursos paralelos de acuerdo con el lugar en que fueron impartidos.
Aunque parezcan discursos similares tienen algunas diferencias significativas, algunas como adaptaciones que Jesucristo hizo al dirigirse a distintos auditorios. Pero la diferencia importante que hoy nos interesa es el cambio de narrador. Nefi, que fue el que registró el Sermón del Templo, presta atención a las acciones del Salvador mientras imparte su discurso. ¡Esto nos brinda mucha guía y nos permite comprender a quién iba dirigida cada porción de la enseñanza!
Así, por ejemplo, en 3 Nefi 13:25, Nefi registra que, al terminar una porción del discurso, Jesús “miró hacia los doce que había elegido” (los doce discípulos de América) y entonces nos damos cuenta de que la enseñanza que viene a continuación (esencialmente la parte del Sermón que habla sobre el manejo de las expectativas y del estrés) va dirigida al liderazgo. Después, Nefi es tan amable de iniciar 3 Nefi 14:1 con otra anotación: “Y aconteció que cuando Jesús hubo hablado estas palabras, se volvió de nuevo hacia la multitud”, lo que quiere decir que cesa de hablarle al liderazgo y se dirige a la audiencia general nuevamente.
El estudio conjunto como guía para un mayor entendimiento
El Sermón del Templo puede, entonces, convertirse en una guía importante para nosotros en nuestro entendimiento de el Sermón del Monte. En general, al estudiar ambos discursos juntos en lugar de dar neciamente por sentado que “son iguales”, estaremos aplicando el principio de que, cuando hay más de una versión en las Escrituras de un pasaje, cuando junto con un pasaje estudiamos los pasajes paralelos, nos damos cuenta de que, generalmente, no tienen la misma información, ¡sino información complementaria! Y entonces, al estudiarlos juntos, ¡aprendemos mucho más!
Sobre este aspecto del estudio del Sermón del Monte, el élder James E. Talmage dijo que nadie ha estudiado bien, por completo este maravilloso sermón, si pasa de largo las lecciones tan importantes que tiene para la formación del liderazgo de la Iglesia. Por otra parte, contemplar cómo, en un sólo discurso, Jesucristo incluyó lecciones formativas y no sólo informativas para tres audiencias distintas, ¡sin duda que es una de esas lecciones importantes y ejemplares en nuestro ejercicio de la docencia y del liderazgo de la Iglesia!