En la Biblia, Sifra y Fúa fueron las valientes parteras de las hebreas que se rehusaron a obedecer la infame orden de faraón de matar a todos los recién nacidos varones (Exodo 1:15).
La intervención de Sifra y Fúa en la preservación de los israelitas
El dominio de los hicsos en Egipto fue benéfico para el pueblo de Israel. Mientras se mantuvieron en el poder, los israelitas fueron protegidos, prosperaron y se multiplicaron. Pero una vez que los hicsos fueron depuestos, las cosas tomaron otro giro.
De acuerdo con Exodo 1, el nuevo Faraón vio el crecimiento del pueblo de Israel dentro de Egipto como una amenaza para su seguridad, así que ideó un plan para frenar su expansión. Encargó a “las parteras de las hebreas”, Sifra y Fúa, que asesinaran a todo hijo varón tan pronto naciera.
También habló el rey de Egipto a las parteras de las hebreas, una de las cuales se llamaba Sifra y la otra Fúa, y les dijo: —Cuando asistáis a las hebreas en sus partos, observad el sexo: si es hijo, matadlo; si es hija, dejadla vivir. (Exodo 1:15-16)
Sin embargo, Sifra y Fúa adoraban al Dios de Israel y vieron con desagrado esta orden inicua de Faraón, por lo que la desobedecieron. El relato de la Biblia prosigue con la reacción de Faraón ante su desobediencia.
Pero las parteras temieron a Dios y no hicieron como les mandó el rey de Egipto, sino que preservaron la vida a los niños. Entonces el rey de Egipto hizo llamar a las parteras, y les dijo: —¿Por qué habéis hecho esto? ¿Por que habéis preservado la vida a los niños? Las parteras respondieron al faraón: —Porque las mujeres hebreas no son como las egipcias; son robustas y dan a luz antes que llegue la partera. (Exodo 1:17-19)
Las parteras Sifra y Fúa no sólo salvaron su propia vida después de presentar este argumento, sino que, además, Dios les bendijo por su valor en defensa del pueblo de Israel.
Dios favoreció a las parteras; el pueblo se multiplicó y se fortaleció mucho. Y por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias. (Exodo 1:20-21)
¿Bendijo Dios a las parteras hebreas después de mentir?
Algunas personas han visto una contradicción moral en el acto de las parteras Sifra y Fua, quienes parecerían haber mentido a Faraón. Un poco de conocimiento sobre la personalidad de estas parteras y su función nos convencerán rápidamente de que este no es el caso.
El papel de las parteras Sifra y Fua
La primera consideración que debemos tener en cuenta es una que salta a la vista. Es de simple sentido común. Estamos hablando de que el problema es que el pueblo de Israel se ha multiplicado de modo asombroso y la Biblia nos menciona solamente a dos parteras, así que no debemos imaginarlas corriendo para atender cada parto de ese pueblo tan numeroso. En lugar de eso, y muy en armonía con el sistema egipcio, lo que debemos imaginar es toda una organización de parteras encabezada por Sifra y Fúa, quienes eran las encargadas de dirigirla y de dar sus informes a Faraón.
Una vez que hemos considerado lo anterior, el pasaje cobra mucho más sentido. Cuando Faraón dio a Sifra y Fúa la infame orden de aniquilar a todos los hijos varones, se estaba dirigiendo a ellas en su papel de jefas sobre todas las parteras, para que transmitieran la orden. Sifra y Fúa así lo hicieron, porque estaban obligadas a hacerlo, pero es razonable suponer que instruyeron al resto de las parteras para que llegaran tarde a los nacimientos previstos de los hijos varones. De esta manera, el informe ante Faraón fue verídico y Dios fortaleció a las mujeres del pueblo de Israel.
La valiente resistencia de las parteras Sifra y Fúa
En todo caso, aunque la acción de Sifra y Fúa no puede ser, con justicia, tildado de una mentira, sí fue un atrevido acto de resistencia civil. La reacción de estas parteras nos recuerda la de Pedro y los apóstoles de Jesucristo en el Nuevo Testamento, quienes, al ser conminados por el Sanedrín para dejar de predicar el evangelio, respondieron “Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres”. (Hechos 5:29). El orden de prioridad de las parteras fue el de colocar a Dios por encima de todas las cosas, incluso por encima de sus propias vidas, razón por la cual les prosperó y fueron bendecidas.